lunes, 3 de septiembre de 2012

Saber qué olvidar... saber qué recordar...

Esta mañana, mientras navegaba en internet, encontré publicada la siguiente frase:

"El tiempo que estás perdiendo recordando tu pasado, te está quitando la fuerza para alcanzar el plan divino que Dios para ti ha designado"

Hoy en día se comparten mucho esta clase de escritos en las redes sociales. Algunas frases encierran hermosas verdades y otras son simplemente psicología disfrazada con un delgado baño de cristianismo. Aún así, tienen un alto grado de aceptación.
Justamente esta misma mañana me detuve en un par de pasajes bíblicos que algo de relación guardan con este pensamiento. Seguramente los habrás leído cientos y cientos de veces. Son de esos pasajes que uno los conoce tanto que deja de prestarle atención en la lectura , perdiendo así la gran riqueza que contienen. Uno de ellos es 1 Corintios 15:9-10

"Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. "

Muchas veces me he preguntado qué habrá pasado por la mente de Pablo al escribir estas líneas... Cuáles habrán sido sus sentimientos... Aunque si leemos entre líneas podemos notar un grado de dolor por su pasado. Él no había olvidado lo que había sido tiempo atrás ni de donde había sido sacado. Si alguien hoy lo oyera decir "...soy el más pequeño de los apóstoles" o "... no soy digno de ser llamado apóstol" enseguida lo hubiera juzgado de tener un grave complejo de inferioridad. Sin embargo, es a la luz de este recuerdo que brilla con todo su fulgor la gracia de Dios. Su pasado era como el paño negro que hace resaltar la belleza de la joya.
Este que ahora predicaba a Cristo antes había perseguido a la iglesia de tal manera que se había convertido en un personaje temido, y al parecer, él no lo había olvidado.

Pero a pesar de ese traumático recuerdo, a este mismo personaje Cristo le salvó y comisionó para servirle. Es por eso que en el versículo 10 repite continuamente la palabra "gracia":

"...no soy digno de ser apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. PERO (¡bendito pero!) por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano... he trabajado, pero no yo sino la gracia de Dios conmigo"  

La gracia tenía un lugar de prominencia en el pensamiento de Pablo. Fue la gracia que le llamó y que había hecho de ese furioso asesino un apóstol fiel. Fue esa gracia que le capacitó para trabajar para el Señor, y aún su respuesta positiva al llamado de Dios al ministerio no era nada para él sino la gracia de Dios: "he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo."

No siempre recordar el pasado es algo negativo, si con ello ponemos en alto y glorificamos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, mientras que nos mantenemos humildes reconociendo de dónde hemos sido rescatados por pura gracia. ¡Bendita gracia!

Sin embargo, el mismo Pablo también escribió en otro lugar:

"Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." Filipenses 3:13, 14

En este "olvidar" el contexto cambia. Al parecer, había algunas personas que decían haber alcanzado la perfección cristiana, que "ya habían llegado" a todo lo que Dios pretendía de ellos. En forma contrastante, Pablo no se considera así, él prosigue.
Como dice un comentarista: Aunque 25 años habían pasado desde aquel encuentro con Jesús en el camino a Damasco y aunque había recorrido el mundo conocido con el evangelio, había plantado iglesias, escrito epístolas y formado líderes; y aunque su vida está acercándose a su fin, él no cree que ha alcanzado lo que le corresponde en aquel lapso y, por eso, prosigue. 
Es curioso que aquí la  palabra "prosigo" es la misma que Pablo utiliza para decir que "persiguió" a la iglesia. Con la mismas fuerzas que antes luchaba contra la iglesia de Jesucristo ahora buscaba agradar a Dios y avanzar en la vida cristiana.
El apóstol no era una persona que podía sentarse complaciente en todos sus logros pasados. Tampoco se quedaba llorando sus antiguos pecados puesto que sabía que habían sido perdonados... Concentrarse en cualquiera de esas cosas le habría hecho sentarse y detenerse en la carrera de la fe. 
En este sentido, "olvidaba lo que queda atrás". Siempre aspiraba a algo más. Pablo estaba re­suelto, tenía como propósito terminar la carrera para alcanzar la meta y recibir el premio. 
Y él nos insta a hacer lo mismo.

Gran lección para nosotros! saber qué olvidar y qué recordar... Un recordar el pasado trae humildad,  agradecimiento y dependencia;  y un olvidarlo nos impele a seguir avanzando.



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