domingo, 26 de agosto de 2012

Un atleta perseverante

Después de un tiempo sin aparecer, hoy vuelvo a publicar una entrada. Las tareas y cuestiones laborales me han impedido hacerlo en estos días, pero eso no significa que no lo haya extrañado ni haya sentido pesar por la falta de tiempo.
Esta mañana estaba considerando algunas imágenes que la Biblia usa para comunicar verdades de una forma más elocuente y expresiva. Sólo para nombrar algunos pocos ejemplos: "estar en la luz" como una imagen de comunión con Dios y con los demás; la iglesia como "un cuerpo" hablando de la diversidad de sus miembros pero en unidad vital; Dios protector como "mi castillo, mi roca firme"; el cristiano como "soldado"... 
Cada una de estas imágenes, puestas en su contexto nos traen cierta luz a la verdad que se está comunicando con palabras. De alguna manera hacen más vívido el mensaje y nos ayudan en nuestra comprensión.
Una de estas imágenes en la cual pensaba es aquella que mira al cristiano en su peregrinar como un atleta. De alguna manera, influenciados por ello nosotros usamos mucho la frase "la carrera de la fe". Me estoy refiriendo al texto muy conocido de Hebreos 12:1-3
Este pasaje trae una de estas ilustraciones que iluminan nuestra mente cada vez que volvemos a leerlo:



"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. " 

Primero nos declara quienes son los atletas. El capítulo anterior, al que suele llamarse "la galería de la fe" o "los héroes de la fe" nos muestra cómo algunos personajes de la antigüedad pusieron su confianza en Dios y de distintas maneras esa fe no solo se manifestó en sus vidas sino que los sostuvo hasta el final. Ahora, el capítulo 12 comienza diciendo "por tanto, nosotros también". 
Uno de los tropiezos que podemos tener en esta carrera es pensar que sólo nosotros enfrentamos dificultades, oposición o pruebas. O creer que cuando uno tiene fe entonces todo debe ir bien. Pero cuando llegamos a un texto bíblico como este, podemos ver que a causa de su fe muchos de aquellos personajes sí vivieron cosas hermosas pero también enfrentaron las dificultades y la oposición fortalecidos por esa misma fe. Hubo personas como Enoc que vivieron "cosas felices" 

"Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios." (11:5)

Sara

"Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido." (11:11)

Otros manifestaron su fe de una manera heroica, como en el caso de Moisés

"Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón."

 Pero otros incluso llegaron a perderlo todo, aún hasta su propia vida. 

"Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra." (11:36-38)

Sin embargo, todos ellos, en sus dificultades o alegrías, fueron testigos de la fidelidad de Dios. Sus vidas dan testimonio de eso. Ellos también corrieron esta carrera de la fe enfrentando todos los obstáculos y son un gran incentivo para los que corremos actualmente. Es como si aquí se nos dijera: "así como ellos, nosotros también"
La carrera es larga y el camino suele ser difícil. De hecho, la palabra que aquí usa el autor para "carrera" es el término griego αγωνα (agona) de donde viene  "agonía". Y como un buen atleta tiene una rigurosa preparación, también nosotros. ¿Cómo podemos ponernos en forma para semejante carrera? El texto es claro:

"...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia"

Primero dos puntos negativos: despojarnos de todo aquello que nos impide u obstaculice el correr de una manera eficaz. 
Con respecto a este primer punto, creo que existen tantas cosas "lícitas" pero que a la larga son un obstáculo, que dependerá de la concentración que nosotros tengamos en esta carrera de la fe para poder discernirlas. Todo el tiempo es necesario analizar nuestro propio corazón  para descubrir si hay cosas o razonamientos que estorban nuestro avanzar. ¡A nadie se le ocurriría participar en una carrera cargando una mochila llena de cosas innecesarias! A veces son hábitos o cosas buenas y permitidas pero que te roban el tiempo con Dios, etc. 
Lo segundo a quitarse es el pecado que nos rodea y fácilmente se nos enreda. Lutero solía decir de este versículo: “que siempre se nos adhiere”. Todos estamos expuestos al pecado, pero ceder ante él es algo que trae desaliento, pesadez espiritual y lo peor de todo nos aleja de Dios. El pecado te frena, te aplasta, se enreda fácilmente... Si quieres correr en este torneo, tendrás que despojarte de él.
El punto positivo es correr con paciencia. Esta no es una paciencia pasiva que solo soporta las circunstancias, sino que hace referencia a una a fortaleza tal, que es capaz de transformar una situación negativa en un trampolín para alcanzar lo mejor. Es por eso que una traducción que se acerque un poco más al término original es "estemos corriendo con perseverancia".
  
En 1 Corintios 9:24, 25  leemos:

"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible." 
¿No es esto una suficiente motivación?

Pero, como también un atleta necesita concentrarse, igual nosotros. 

"...puestos los ojos en Jesús"

¡Él también corrió esta carrera! Y es nuestro mayor aliento y motivación. Es curioso que cuando este texto dice "el autor y consumador de la fe" el término "autor" puede también traducirse como "campeón" o "líder en la carrera". ¡El fue quien alcanzó la meta Y ha abierto un camino por el cual ahora nosotros andamos!
Como bien lo expresa un comentarista: "Cuando sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios, alcanzó la meta final de la fe. Es el consumador “quien la perfecciona”. Como quien ha ejercido la fe a pleno desde el comienzo hasta el fin, ha cumplido las promesas de Dios para todos los que creen, dando a la fe una perfecta base por medio de su obra..."

 En esta carrera debemos tomar la misma perspectiva del Campeón: 

"...el cual (Jesús)  por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios."  

Centró sus ojos en la cinta de llegada para soportar el dolor presente. 
Se nos insta a poner nuestros ojos en Él y a tomar la misma resolución en esta larga carrera de la fe. 

¿Estás fatigado de tanta lucha? ¿Cansado de la oposición? ¿La carrera se te hace difícil? ¡Considera a Cristo! Pon tus ojos en Él y en su ejemplo:

 "..quien por el gozo que le esperaba,  soportó la cruz,  menospreciando la vergüenza que ella significaba,  y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así,  pues,  consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores,  para que no se cansen ni pierdan el ánimo." (NVI)

Su ejemplo es un antídoto contra el desaliento. Su lucha fue mayor que la nuestra y a pesar de todo salió victorioso. ¿El resultado? Está ahora sentado a la diestra del trono de Dios...

Que todos lleguemos al final de nuestros días con las palabras de Pablo al finalizar los suyos:

"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe." 2 Timoteo 4:6, 7



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