lunes, 13 de agosto de 2012

No minimicemos lo que para Dios es importante


Una de las cosas que más me sorprenden en la actualidad es ver cómo muchas veces minimizamos lo que para Dios es importante. A veces tenemos una imagen muy liviana de las cosas de Dios. Si echamos un vistazo a los evangelios nos daremos cuenta que en muchas cuestiones distamos kilómetros de lo que Jesús pretendía. Él decía a sus seguidores "calculen el costo que tiene seguirme", nosotros decimos "vengan que todos sus problemas van a ser solucionados!",. Jesús decía: "el que quiera seguirme niéguese a si mismo", nosotros decimos: "ámate a ti mismo". Y no solo eso, también podemos interpretar las cosas de tal forma que nos permitimos guardarlas en nuestro corazón como "cosillas inocentes" siendo éstas una fuente de grandes pecados. Jesús mismo se enfrentó con algunos casos así...¿Lo vemos juntos ?



Mateo 5:17- 26
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.
26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

La base para entender este pasaje es el v.20. Los fariseos y escribas medían su justicia por actos externos. Ellos parecían ante los demás como justos y santos, sin embargo Jesús muestra que carecían de todo ello. En palabras de Martin Loyd Jones, lo que Jesús está diciendo es: “No imaginen que he venido a simplificar las cosas con una reducción en las exigencias de la ley. Antes al contrario, estoy aquí para decirles que a no ser que su justicia supere a la de los escribas y fariseos, no esperen entrar en el reino de los cielos, ni siquiera ser el más pequeño de él.”
Las palabras del versículo 20 tuvieron que resultar sorprendentes y chocantes para aquellos a quienes se dirigieron. Si consideramos que los fariseos habían compuesto un código ceremonial relacionado con la ley  más riguroso que la misma ley,  y que habían establecido reglas de vida y conducta que en su rigor excedían todo cuanto se contenía en las Escrituras del Antiguo Testamento, la respuesta más natural que podemos imaginar de aquellas personas es: ¡¿Cómo?! ¿¡Superar a los fariseos en santidad!? ¡Es imposible!

Jesús dice “su justicia tiene que ser mayor que la de ellos” y finaliza esta sección diciendo en 5:48

“Sed,  pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”

¡Imagínate la cara de los oyentes! ¿Qué quiso decir Jesús con todo esto?

Lo primero que debemos tener en cuenta es la interpretación que los fariseos hacían. Ellos enfatizaban lo externo y según la tradición. Hacían un fuerte énfasis en lo exterior.

“¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?  Porque no se lavan las manos cuando comen pan”. Mateo 15:2

Jesús los reprendió duramente y en reiteradas ocaciones por esto.
Los acusó de  limpiar  lo de fuera del vaso y del plato,  pero por dentro estar llenos de robo y de injusticia.

 "Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio" Mateo 23:25

Los comparó con sepulcros blanqueados que "por fuera, se muestran hermosos, por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia " en Mateo 23:27.

Quien tenía verdaderos problemas, según su interpretación, era el asesino. Aquel que ya había llegado a matar.
 Los fariseos decían: “No debes matar porque si lo haces corres peligro de que el magistrado civil te condene, pero si no has asesinado a nadie, entonces está todo bien. No hay de qué preocuparse”

El problema es que el mandamiento de la ley nunca solucionó el asesinato. Aún con tener la ley, David mató a Urías con una total deslealtad. También en el Nuevo Testamento encontramos que los maestros de la ley querían matar a Jesús.
El mandamiento en sí era bueno, pero ¿Por qué nunca llegó a solucionarlo? Porque el problema del hombre no era lo que hacía en lo exterior sino en su corazón.

“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios,  las blasfemias.” Mateo 15:18

El matar es causado por el enojo, el odio, el lenguaje abusivo y el deseo de tomar venganza ¿Dónde está todo eso? anidado en el corazón.
Debemos cuidarnos de no separar el corazón de las acciones. Eso es lo que condenó Jesús. Mientras los fariseos se contentaban con cumplir "la letra" de la ley Jesús fue mucho más allá, pues es su interpretación  enfatiza el interior de la persona. Lo que está diciendo es que albergar enemistad en el corazón es ser culpable de algo que, delante de Dios, es igual al homicidio.

 "todo aquel que aborrece... es homicida". 1 Juan 3:15

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” Efesios 4:31, 32.

En este pasaje de Efesios existe una progresión. Es decir, la amargura lleva al enojo, el enojo a la ira, la ira hace que gritemos o levantemos la voz, la gritería nos lleva a los insultos y cierra el círculo diciendo que esto nos lleva a pensar cómo hacerle más daño a la otra persona, la malicia.

Jesús no solo aumenta el alcance de la ley sino también el castigo por no cumplirla y que hay otras formas que expresan el enojo aparte del homicidio:

"...Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio..."

“El que se enoja” (orgué) Es una ira que se mantiene calentita y cultiva para que no dejarla morir. Ira que no se quiere olvidar y que continuamente busca venganza.
¿A qué nos lleva esta clase de ira? Al uso de palabras insultantes para dar rienda suelta al enojo:

"...y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio..."

“Necio” (Raca) que significa:  “estúpido, cabeza hueca, imbécil, insignificante”. Son palabras que denigran a las personas.

"...y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego." 

Aquí también hemos visto una progresión: comienza anidando rencor en su corazón (interno), explota en palabras de enojo (Necio! imbécil!) y finaliza atacando el carácter de la persona: “Fatuo” cuyo significado es  “rebelde, apóstata, impío” Palabras que insultan y atacan el carácter mismo de las personas.

El fariseo podía denigrar a los demás, insultarle, destruir su reputación sin sentir que había fallado a la ley.
   
Lejos de solucionar el problema, Jesús ha añadido aún más. Ahora el problema no solo lo tiene quien ha cometido asesinato, sino también todos nosotros. Aquellos que nos hemos enojado alguna vez con nuestro hermano.
¿Quién puede decir que nunca mantuvo calentito el enojo en su corazón? ¿Que nunca le deseó un daño a aquella persona que lo hirió? ¡Entender nuestro problema interno hace que todos corramos a su gracia!

Hasta aquí es el aspecto negativo: NO guardes rencor en tu corazón; NO desees hacerle daño a otra persona; NO des rienda suelta a tu ira. Pero Jesús enseña no solo a NO hacer algo, sino a HACER algo. Y este es el lado positivo:

 ¿Cuál es, entonces la solución al problema?

Lo primero es la Reconciliación.

Los fariseos se detenían en lo negativo: “No hemos matado a nadie, todo está bien”. De acuerdo a lo que Jesús ha enseñado, nosotros podríamos aún agregar: “Mientras no diga palabras ofensivas a la gente todo está bien. No importa que ya no le dirija la palabra a tal o cual persona”.  Pero Jesús dice ¡No te detengas allí! elimina la causa del problema; aspira a algo positivo. ¡Reconcíliate!


"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." v.23, 24


Lo curioso de su ejemplo es que esta persona está haciendo una actividad religiosa. Es un tipo de aquel que compensa su mal yendo todos los domingos a la iglesia, haciendo cosas para Dios. Jesús dice: deja tu ofrenda en el altar y ve a reconciliarte.
El sacrificio en el altar era lo que hacía al judío estar en paz con Dios. Jesús les dice: No se puede estar en paz con Dios si no estás en paz con los hombres. ¡Incluso: si es necesario deja a Dios esperando y reconcíliate con tu hermano! Porque si no lo haces estás violando el espíritu de la ley como lo hacen los fariseos.

“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”. 1 Juan 4:20, 21

     
Lo segundo es llegar a un acuerdo.

"Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel." v.25

Hazlo mientras estén juntos en el camino quiere decir mientras tengas oportunidad. También el pasaje tiene un llamado a hacerlo con urgencia.  

Lo que Jesús está enseñando es: Donde el corazón no esté limpio, hace falta una acción drástica para corregirlo antes que resulte en pecado abierto.
Mientras los fariseos se conformaban con lo exterior, con lo ritualista, con los cultos, y cosas como estas, Jesús está mostrando una escala de valores que todo seguidor de Cristo debe observar: el cambio empieza de adentro hacia fuera y tomando decisiones drásticas para cortar con el pecado.
¿De qué serviría todo lo que hacemos para Dios, si permitimos que el resentimiento, odio, enojos contra otra persona anide en nuestro corazón?

¡No minimicemos lo que para Dios es importante!

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