martes, 24 de julio de 2012

El mayor anhelo de un discípulo- Hambre y sed de justicia

Hemos venido compartiendo juntos en esta serie de entradas, el significado y alcance de cada una de las Bienaventuranzas. Aún nos queda camino por recorrer, pero en esta entrada quisiera hacerte una pregunta que también debiera convertirse en un desafío para cada uno de los que decimos ser seguidores de Cristo: ¿Cuál es tu mayor anhelo?

Hace unos días escuche la siguiente historia que me pareció acertado agregar aquí. Es acerca de un hombre que sale a la calle a preguntar qué es lo que más desean las personas en esta vida y obtiene diferentes respuestas dependiendo de la situación en que viven los encuestados:

"Pregunté a un estudiante qué era lo que más deseaba tener en la vida, y me contestó: "libros, salud y quietud". Hice la misma pregunta a un usurero prestamista y me dijo: "Dinero, dinero y mas dinero". A un pobre que encontré le dirigí la misma pregunta, y sin vacilar me dijo: "Pan, pan, pan". Un borracho que iba por la acera donde yo caminaba, al hacerle yo esta pregunta me dijo: "Un poco más de vino". Luego, dirigiendo mi vista hacia donde estaba una multitud, les pregunté lo mismo y me contestaron todos: "Riqueza, fama, placeres". Un tanto desilusionado, porque no me satisfacía ninguna contestación, pregunté a un anciano que tenía fama de muy bueno, qué era lo que más ambicionaba en la vida, y éste contestó con toda calma y dulzura: "Primeramente deseo encontrar a Cristo; en segundo lugar, parecerme a Cristo, y en tercer lugar, ser como Cristo".


Si hay algo que nos enseña esta ilustración es que lo que deseemos o ambicionemos afecta nuestra vida, nuestra visión y nuestros valores.
En esta porción de las Escrituras Jesús describe el mayor anhelo del seguidor de Cristo, cuál es su hambre y sed, cuál es su necesidad y deseo… Su mayor anhelo es justicia.
Y yo no quisiera seguir escribiendo este post sin decirte que Dios ha provisto un banquete de bendiciones a quienes tienen hambre de progresar en su vida espiritual.

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados" Mateo 5:6

El discípulo de Cristo tiene hambre y sed de justicia. Debo aquí aclarar que no está hablando de la injusticia en el mundo, sino algo propio e interno. Jesús no se refiere a aquellos que al ver cuán injusta es otra persona desea que alguien haga algo. No.
Jesús está hablando del deseo de una justicia interior en cada uno de nosotros. Se trata de una cualidad que uno desea poseer personalmente, es decir, que la justicia y la bondad de Cristo reine en nuestra vida. Es el deseo de liberarse del pecado en todas sus formas y manifestaciones.

Si recordamos la secuencia que venimos estudiando en cuanto a estas Bienaventuranzas y su relación lógica nos será más fácil descubrirlo: esta persona ha caído en la cuenta de su condición delante de Dios, está en bancarrota espiritual, se ha vuelto pobre en espíritu. Luego llora a causa del pecado, y al tener esta visión de si mismo es manso para con Dios y los hombres, entonces  llega a anhelar verse libre del poder del pecado.
Curiosamente, la palabra “justicia” en este pasaje se encuentra en acusativo directo, lo cual significa que se desea toda aquella cosa por completo, se desea una justicia e integridad totales. No se trata de simples cambios de hábitos externos que nos muestren como mejores personas, sino del profundo deseo de ser verdaderamente santos.
Es por eso que Jesús habla de hambre y sed, pues estos ilustran una imperiosa necesidad. Así como el hambre en el plano natural no se detiene sino que va en aumento y se sigue sintiendo hasta desesperar, así anhela el discípulo de Cristo la justicia propia. Así como la sed aflige e impacienta hasta que no se sacia por completo, así desea el cristiano la santidad en su vida.
Barclay, al hablar del contexto histórico de este pasaje, añade algo que puede traer más luz al asunto. Este autor escribe:


 “En el mundo antiguo el salario diario de un obrero era muy bajo. En Palestina, un obrero comía carne sólo una vez por semana; y un trabajador o un jornalero nunca estaban muy lejos de la línea que marca la verdadera hambre y la muerte por inanición. Y esto era todavía más real en el caso de la sed. A la inmensa mayoría de la gente no le era posible abrir un grifo y recibir agua clara y fresca en su casa. Uno podía estar de viaje, y sorprenderle el viento cálido que traía tormentas de arena. No podía hacer nada más que taparse la cabeza con el blusón y ponerse de espaldas al viento y esperar mientras los remolinos de arena se le metían por la nariz hasta la garganta a punto de sofocarle y hasta que se apergaminaba todo de una sed imperiosa. En las condiciones de la vida moderna de Occidente no hay nada parecido a eso. Así pues, el hambre que describe esta bienaventuranza no es el agradable apetito que se satisface con un bocadillo de media mañana; la sed de la que habla no se podía mitigar con una taza de café o bebida fresca. Era el hambre de la persona a punto de morir de inanición, o la sed del que se morirá si no bebe. 
En ese caso, esta bienaventuranza contiene realmente una pregunta y un desafío. En efecto demanda: « ¿Hasta qué punto quieres la bondad? ¿La quieres tanto como quiere un hambriento la comida, o al agua el que se está muriendo de sed?»”

Y mi pregunta es: ¿Cómo puede Jesús llamar "bienaventurado", "felíz" o "dichoso" a aquel que dándose cuenta de su necesidad anhela esta justicia que no está en su vida?
El Señor dice que son bienaventurados y dichosos porque serán saciados. Literalmente en griego dice: "serán saciados por completo y a plenitud"
Esta hermosa promesa es tan grande, que se cumple en el mismo momento que tenemos este hambre y sed,  puesto que Cristo es quien nos justifica delante de Dios. Su justicia perfecta ha sido puesta a nuestra cuenta por gracia.
Además también es algo que se cumple continuamente. Progresivamente vamos santificándonos mientras andamos con Cristo y somos guiados por el Espíritu Santo. Anhelamos cada vez más de esta santidad y así caminamos en la vida cristiana, sintiendo hambre y siendo continuamente saciados. Contrariamente, cuando dejamos de sentir este hambre y sed, nos estancamos y se detiene el crecimiento... ¡Que Dios ponga en cada uno de nosotros esa continua necesidad de santidad!
Pero el cumplimiento es aún mayor, puesto que cuando Cristo venga por los suyos, nuestros cuerpos débiles e inclinados al mal serán glorificados. Y no solo eso, sino que todo nuestro interior será perfectamente sin pecado. Purificados al 100%.

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”  
Filipenses 3:20, 21

Vuelvo a repetirte la pregunta del principio y espero que comprendas por qué dije que ella también es un desafío:

¿Cuál es tu mayor anhelo?



6 comentarios:

  1. ¿Se puede confiar en la justicia en un país donde las necesidades básicas de ser tratado con dignidad muchas veces se ven pisoteados por los poderosos que tienen en sus manos un sistema imperante que es injusto y poco equitativo? La Bienaventuranza de Jesús debe ser un referente para que los cristianos podamos salir del letargo y comprometernos con lo urgente para cambiar actitudes.

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    1. Gracias por tu comentario! A lo largo de la historia el cristianismo impactó grandemente en lo que se refiere al bien social. Fue un impulsor de muchas obras e instituciones humanitarias que, de alguna manera, hicieron "un bien social". Sin embargo, y aunque este sea un aspecto importantísimo en la misión de la iglesia, el cambio ha de venir PREDICANDO EL EVANGELIO. Cuando las personas son confrontadas con la justicia y santidad de Dios a la vez que pueden ver con claridad su propia pecaminosidad e impotencia. No buscamos un cambio desde el exterior hacia adentro sino un cambio de corazón. La justicia que el cristiano anhela ha sido provista por Cristo pero aún así el anhelo sigue, queriendo éste ser más parecido a su Señor...
      El gobierno humano siempre estará manchado por el pecado. Y si bien nosotros podemos aportar para el bien social, esperamos cuando Cristo venga. Su reino es y será perfecto.

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  2. Gracias a Dios por brindarnos la oportunidad de ahondar mas en el conocimiento de la verdad de Cristo.
    Dios les Bendiga y Abunde.

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    1. Gracias Emiro por tu comentario! Y si, gracias a Dios porpermitirnos conocer y ahondar en tal conocimiento! Bendiciones.

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  3. la justicia y la bondad de Cristo reine en nuestra vida.AMEN

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  4. Cuando la justica de Dios se manifieste en nuestro interior entonces podremos llegar al conocimiento de la verdad,, pero abra algun mayor anhelo del de ser como Cristo?
    Muchas grasias por la ensenanza.

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